Jordan llegó delgadito, pero su primera revisión veterinaria fue buena. Más adelante, fue esterilizado, aunque necesitó collar isabelino porque quería ahorrarnos la visita al veterinario y quitarse los puntos él solito.
Tenía miedo y a los voluntarios nos ladraba mucho cuando nos acercábamos a él. Su comienzo de vida no ha sido fácil, pero poco a poco comenzó a confiar en nosotros y ahora es un perro muy cariñoso, aunque aún necesita socialización, de primeras le sigue costando confiar en las personas.

Jordan es un perro con muchísima energía, es necesario que la familia que lo adopte sepa entender esa energía y sepa canalizarla. Necesita mucha actividad para que no desarrolle ansiedad.

La historia de Jordan es la de la irresponsabilidad de un “dueño” que nunca llegó a sentir a nuestro pequeño como parte de su familia. Pero también es la historia de la
buena actuación de una vecina que se preocupó de atenderlo y cuidarlo hasta que tuvimos un sitio en Bimba y finalmente pudimos llevárnoslo.

Nos quedamos con la historia de esa vecina que demostró tener un gran corazón y un gran sentido de la responsabilidad actuando de una manera ejemplar.
El dueño de Jordan cambió su lugar de residencia dejando a Jordan al cuidado de los
nuevos inquilinos de la casa sin preocuparse después del estado de su perro. La nueva
familia no lo cuidaba bien, no lo querían ni lo atendían. La vecina, que veía a diario la
situación y la tristeza del pequeño, se puso en contacto con nosotros. En ese momento no teníamos ningún sitio libre para él, pero ella pidió permiso al dueño para poder sacarlo a pasear y alimentarlo a diario hasta que pudiéramos acogerlo en Bimba. El dueño accedió y así Jordan, gracias al compromiso de una vecina, pudo ser
atendido hasta que, después de unos días, tuvimos un sitio para que pudiera pasar una cuarentena, ya que nunca había pasado una revisión veterinaria ni siquiera.